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Los 16 días de activismo en el TFJA, lo que nos toca transformar

Por: Susana Mercado

Hay comentarios que se quedan en la piel más allá de los años, incluso cuando una ya ocupa un cargo que se considera “de decisión”. Recuerdo, recientemente aquel comentario aparentemente inofensivo que me hizo alguna persona cuando llegué al Tribunal Federal de Justicia Administrativa (TFJA), “Que joven magistrada, y soltera además” con un tono de incredulidad disfrazada. Era un machismo cotidiano, envuelto en cortesía, pero cargado del mensaje de que mi edad y mi estado civil decían más de mi capacidad o mi trayectoria. No lo cuento por agravio personal, sino porque es un recordatorio fresco, propio que me hace reflexionar sobre por qué seguimos necesitando espacios de activismo, memoria y conciencia, porque la violencia de género no siempre grita, muchas veces susurra. Y esos susurros, normalizados, frenan carreras, condicionan libertades y moldean culturas institucionales.

Los 16 días de activismo contra la violencia de género, que cada año van del 25 de noviembre que conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer al 10 de diciembre como Día de los Derechos Humanos, nacieron en 1991 impulsados por activistas del Center for Women’s Global Leadership. La fuerza de esta iniciativa radica en lo simple que es recordarnos que la violencia no es inevitable, sino consecuencia de sistemas que pueden desmontarse. En México, estos días han cobrado especial relevancia en los últimos años, no solo por las cifras de víctimas, sino porque las instituciones, incluyendo los tribunales, hemos sido llamadas a asumir un rol activo, visible y responsable en la prevención, atención y sanción de la violencia.

En el TFJA, esa responsabilidad no es retórica. La Comisión para la Igualdad de Género ha construido, desde 2014, una política institucional progresiva. Hoy contamos con la certificación  en la Norma Mexicana NMX-025 en Igualdad Laboral y No Discriminación. Asimismo, tenemos protocolos contra la violencia laboral, así como la reciente creación de la Unidad para la Igualdad de Género en 2025, que consolida el trabajo acumulado por más de una década.

Por otra parte, el Tribunal ha sido incluido como invitado permanente al Sistema Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres y cuenta con licencias de paternidad y políticas de cuidados que reconocen que la igualdad empieza en casa. Finalmente, es destacable que se han llevado a cabo cientos de actividades sostenidas cada año para sensibilizar, formar y transformar, así como para capacitar en la incorporación de la perspectiva de género y el enfoque interseccional en la elaboración de sentencias, de las cuales más de 1,523 personas han sido capacitadas y 3,425 han sido sensibilizadas, sumando un total de 4,948 solo hasta octubre de 2025, cifra que continúa en aumento con las actividades de noviembre y diciembre

Esos esfuerzos también se traducen en decisiones jurisdiccionales concretas. Por ejemplo, recientemente el Tribunal dictó una sentencia, reconocida por su enfoque de derechos humanos y/o perspectiva de género en materia fiscal y administrativa.  Esa sentencia, analizada públicamente en el foro “Diálogos sobre sentencias de Derechos Humanos y perspectiva de género” organizado por la Comisión, atendió el caso de una mujer a quien se le negó acceso a un programa de reproducción humana por una supuesta restricción de edad impuesta por una institución médica pública. La resolución corrigió esa práctica discriminatoria, reconociendo derechos reproductivos y garantizando que las barreras institucionales no vulneren la dignidad y los derechos de las mujeres.   

Además, el análisis de esta resolución en dicho foro evidencia algo esencial, no basta dictar sentencias, es necesario visibilizarlas, explicar los criterios, debatir las razones y construir jurisprudencia con perspectiva de género. Esta práctica del concurso interno de sentencias y los foros de discusión, se realizan anualmente en el tribunal con la finalidad de dar a conocer este aspecto de la labor en la impartición de justicia administrativa.

En un contexto nacional que exige congruencia institucional, el hecho de que el TFJA mantenga una ruta clara y medible de acciones contra la violencia de genero no es menor. Es así, que en el TFJA trabajamos diariamente de forma que no esperamos la crisis para reaccionar, sino que en lo cotidiano buscamos consolidar políticas antes de que los problemas estallen.

Sin embargo, aun con todos estos avances, también debemos estar claros que falta camino. Las acciones implementadas han sido valiosas, pero no suficientes para desmontar por completo las desigualdades y los tratos discriminatorios que persisten, a veces de forma sutil y otras con crudeza. No hay que engañarnos el trayecto no es fácil, ni lineal. Pero también estoy convencida de que la conciencia colectiva se afina día con día, y que ese despertar compartido nos permite construir una comunidad institucional más sólida, donde cada persona, desde su posición laboral, aporte algo para el fin común, una justicia verdaderamente igualitaria.

Los 16 días de activismo son, entonces, un momento para mirar hacia adentro. Porque si algo he aprendido, entre machismos cotidianos soterrados, carreras que se abren paso a contracorriente y sentencias que buscan reparar desigualdades estructurales, es que la autoridad no nos coloca por encima del problema, nos coloca frente a una responsabilidad aún mayor. Cada sentencia, cada conducta que realizas en tus funciones de persona servidora pública o persona juzgadora, cada decisión administrativa envía un mensaje. Y ese mensaje debe ser claro, que en este Tribunal no cabe la violencia de género, ni la discriminación.

Por todo esto hoy desde la trinchera jurisdiccional, dejo la reflexión de que debemos predicar con el ejemplo, incomodar inercias y abrir puertas que otras mujeres cruzarán sin tener que explicar por qué su edad, su apariencia o su estado civil no tienen nada que ver con su capacidad. Si los 16 días de activismo nos recuerdan algo, es que la igualdad no se declama, se construye, se sostiene y se defiende todos los días. Ese es el compromiso del TFJA y, sobre todo, la tarea ética que nos corresponde a quienes tenemos el privilegio de impartir justicia.

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