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La violencia en un estado de derecho

Por: Víctor Hugo González Rodríguez

Respetar la ley es el pilar fundamental del Estado de derecho. Por ello, el debate derivado de la manifestación del pasado sábado 15 de noviembre, debe centrarse en que todas las personas y las instituciones, principalmente del gobierno, están sujetas a las mismas leyes, pues emanan de una decisión soberana.

El mandato soberano garantiza la vigencia de la ley, no desde el punto de vista sólo formal, sino, más importante, desde la óptica de que la ley responde a la realidad del pueblo que la aprueba a través de sus representantes.

En tal virtud, deben rendir cuentas quienes se manifiestan utilizando la violencia y quienes reaccionan del mismo modo en un colectivo, pues con ello se vulnera la paz y la seguridad.

Max Weber, Hobbes y Locke, al menos, influyeron para definir al Estado moderno como la entidad que posee el “monopolio del uso legítimo de la fuerza física”. Pensamiento que es fundamental para entender la relación entre el Estado y la violencia.

Al Estado corresponde mantener el orden, la paz y la seguridad de las personas, y para ello, la ley dota de herramientas, traducidas en el uso legítimo de la fuerza. El uso de la fuerza que el Estado utiliza no es ilimitado, como ocurre con toda la actuación de los órganos del Estado, se enmarca en lo permitido expresamente por la ley soberana; para las personas, en cambio, la violencia está prohibida.

Los actos de violencia del 15 de noviembre, primero, son reprochables, segundo, deben ser analizados a partir de lo que la ley mandata.

Mientras la resolución de los problemas en el país, en todas las esferas, no sea a través del diálogo, la tolerancia y el marco legal, siempre habrá lugar a discusiones en que se pretenda justificar la violencia, venga de donde venga.

La aspiración de una sociedad democrática es erradicar la violencia. Solo así, el uso legítimo de la fuerza, no será tema de discusión.

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