Por Érika Yazmín Zárate Villa
Los sistemas judiciales modernos han evolucionado para reconocer las necesidades especiales de los participantes vulnerables en los procesos legales. Una de las innovaciones más significativas en este ámbito ha sido la introducción de animales de apoyo emocional, particularmente perros, en las salas de audiencias.
La práctica de utilizar animales de apoyo en contextos judiciales comenzó formalmente en los años 90 en Estados Unidos, cuando la fiscal Ellen O’Neill-Stephens introdujo un perro de servicio en un tribunal juvenil de Seattle. Desde entonces, programas como Courthouse Dogs han formalizado y expandido esta práctica. Actualmente, numerosas jurisdicciones en países como Estados Unidos, Canadá, Chile, España y Australia han adoptado protocolos para permitir la presencia de estos animales, principalmente para asistir a víctimas y testigos vulnerables durante sus testimonios. Tema que en México lo tenemos en el artículo 141 del Código Nacional de Procedimientos Civiles y Familiares.
La eficacia de los animales de apoyo en entornos judiciales se basa en sólidos principios científicos. La interacción con animales, especialmente perros, ha demostrado reducir los niveles de cortisol (hormona del estrés) y aumentar la oxitocina (hormona vinculada al bienestar y la confianza). Este efecto fisiológico tiene particular relevancia en el contexto de alto estrés que representa una sala de audiencias, donde el miedo y la ansiedad pueden comprometer significativamente la capacidad de una persona para comunicarse efectivamente.
Los animales de apoyo en tribunales suelen asistir principalmente a:
La presencia del animal proporciona un ancla emocional que permite a esas personas enfrentar la intimidante experiencia de testificar, a menudo frente a sus presuntos agresores.
La implementación de programas de animales de apoyo en tribunales requiere protocolos estrictos. Los animales, generalmente perros, deben estar específicamente entrenados para permanecer quietos y silenciosos durante largos períodos. Deben ser hipoalergénicos, tener temperamento adecuado y estar acompañados por un profesional de su manejo. En muchas jurisdicciones, el animal se coloca discretamente junto al testigo, a menudo fuera de la vista del jurado, para minimizar distracciones o posibles sesgos.
Las investigaciones y experiencias prácticas han identificado numerosos beneficios:
A pesar de sus beneficios, la presencia de animales de apoyo en tribunales ha enfrentado objeciones significativas:
Los tribunales superiores han abordado estas preocupaciones estableciendo precedentes que generalmente permiten los animales de apoyo, siempre que se implementen salvaguardias adecuadas.
El reconocimiento legal de los animales de apoyo varía significativamente entre jurisdicciones. En Estados Unidos, varios estados han promulgado legislación específica que autoriza su uso. En otros países, la práctica se ha desarrollado a través de decisiones judiciales caso por caso. La tendencia general muestra una creciente aceptación, respaldada por investigaciones que demuestran que, con las precauciones adecuadas, los animales de apoyo no comprometen la integridad del proceso judicial.
El futuro de los animales de apoyo en tribunales parece prometedor, con varias tendencias emergentes:
La incorporación de animales de apoyo en las audiencias representa una innovación significativa en la humanización del sistema judicial. Equilibrando cuidadosamente los derechos de todas las partes involucradas, esta práctica demuestra cómo los tribunales pueden adaptarse para proteger a los participantes vulnerables sin comprometer la integridad del proceso. A medida que la investigación continúa respaldando su eficacia y las objeciones legales se resuelven mediante protocolos adecuados, es probable que los animales de apoyo se conviertan en un componente cada vez más común y aceptado de los juicios, reflejando un compromiso con la justicia que reconoce no solo los aspectos legales, sino también las dimensiones humanas y emocionales del proceso judicial.