Lo que nos deja San Cristóbal
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Por: Susana Mercado Alvarado
En este mes de octubre, Magistradas y Magistrados del Tribunal Federal de Justicia Administrativa (TFJA) llegamos a San Cristóbal de las Casas, Chiapas, con motivo del trigésimo Congreso Nacional del TFJA. Más que un desplazamiento geográfico, fue un viaje al reencuentro con nuestra vocación como estudiosos del derecho. Las aulas de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Chiapas nos recibieron con el eco de lo esencial que es recordar que debemos servir con imparcialidad, con técnica, pero sobre todo con humanismo. El Congreso reunió a personas juzgadoras de todo el país,de Salas Regionales, Especializadas y de la Sala Superior, con el propósito de reflexionar sobre cómo modernizar al Tribunal promoviendo una justicia cercana y confiable.
Las mesas de trabajo revelaron algo que ya se intuía, los avances tecnológicos y procesales no son opcionales, son urgentes. Se discutió sobre la depuración de catálogos, el fortalecimiento de los sistemas informáticos y la creación de alertas que prevengan la inactividad procesal como una apuesta por una justicia más ordenada y transparente.
También, hubo coincidencia en cuidar el ritmo de la digitalización de forma que antes de migrar todos los juicios en línea, debemos asegurar plataformas sólidas, accesibles y seguras. En materia de notificaciones, se propuso otorgar valor formal al correo electrónico, y en cuanto a los peritos, fortalecer su registro mediante criterios de calidad y convenios interinstitucionales. Son ajustes técnicos, sí, pero detrás de cada mejora hay un ciudadano que espera una respuesta más ágil y justa.
Durante el desarrollo de los trabajos, también se analizaron casos prácticos de asuntos que eventualmente podrían llegar al Tribunal, lo que permitió contrastar enfoques sobre la organización del trabajo jurisdiccional y coincidir en buenas prácticas. Se debatió igualmentecómo equilibrar el cuidado a las formalidades del proceso, con la exigencia de una justicia pronta y expedita, entendiendo que la técnica no debe ser obstáculo, sino cauce para la equidad. Además, se examinó la viabilidad de acudir a los mecanismos alternativos de solución de controversias en materia administrativa, identificando en qué casos resultan adecuados y bajo qué parámetros deben operar para no sustituir, sino complementar, la función jurisdiccional. Este análisis práctico aterrizó la reflexión en la realidad cotidiana del quehacer judicial, donde la prudencia, la técnica y la sensibilidad deben caminar de la mano.
Otro punto medular fue buscar el fortalecimiento y consolidación de los mecanismos alternativos de solución de controversias. Con la reciente instalación e inicio de operaciones del Centro Público de Mecanismos Alternativos de Solución de Controversias del TFJA y del Consejo Nacional de Mecanismos Alternativos, se marca una ruta institucional prometedora que exige claridad normativa y capacitación constante. No se trata solo de tener más herramientas, sino de usarlas con técnica, empatía y visión pública.
No puedo dejar de destacar que uno de los valores más significativos de estos encuentros es, precisamente, el intercambio de experiencias. En las distintas regiones del país, cada Sala enfrenta desafíos propios, realidades económicas dispares, contextos sociales complejos y prácticas administrativas que exigen respuestas diversas. Escuchar esas voces, con enfoques distintos y con la participación de generaciones variadas de personas juzgadoras, amplía nuestra mirada sobre lo que significa impartir justicia. Las diferencias, entre regiones y generaciones, enriquecen los criterios y fortalecen al Tribunal. Pero estos ejercicios solo cobran sentido cuando se asiste con responsabilidad y auténtico compromiso de servicio. No deben ser espacios para el turismo judicial, sino foros de reflexión seria y aprendizaje compartido. Solo así el diálogo se transforma en mejora institucional y, al final, en beneficio directo para la ciudadanía.
Me quedó la certeza de que el cambio no depende solo de reformas legales, sino de la voluntad diaria de hacer las cosas mejor. Reinventarnos como juzgadores implica combinar innovación tecnológica, prudencia procesal y cultura institucional. De esta forma, esfuerzos como el de este Congreso representan una invitación a repensar nuestro papel como garantes del equilibrio entre la administración pública y los derechos ciudadanos. De San Cristóbal además de las conclusiones, debemos traernos la convicción de que la justicia administrativa se fortalece cuando se ejerce con cabeza técnica, corazón institucional y sentido humano.
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