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La justicia, la gran ausente este 8M

Por Claudia Valle Aguilasocho

En México la justicia se considera un bien inaccesible para quienes no tienen recursos, un laberinto en el que nos vemos inmersos ante la necesidad de hacer valer nuestros derechos. Un camino sinuoso que nos atrapa en una espera que se siente siempre demasiado larga, previo a obtener una sentencia que quizá no nos deje satisfechos. Como resultado, tenemos altos niveles de impunidad, amplias desigualdades, desanimo y desconfianza.

La falta de acceso real a la justicia y la dilación de los procesos, así como la emisión de sentencias que no resuelven los problemas de fondo han sido razones suficientes para exigir un cambio de raíz. La sociedad mexicana, tras décadas de reclamos ignorados, marcó en 2024 un punto de inflexión sin retorno: la necesidad de refundar el sistema judicial.

El mandato de la reciente reforma al Poder Judicial de la Federación, a la que le sucedieron las reformas de más de 17 estados del país, es cumplir con compromiso una deuda histórica, atender de fondo las necesidades de las personas, en especial las de quienes viven en condiciones de mayor precariedad.

Ese fin que debe unirnos, ha generado múltiples debates. Están las voces que a manera de advertencias y pronósticos pesimistas insisten en que a partir de los votos no se podrán medir las capacidades de las personas juzgadoras. Señalan que la politización de la justicia convierte a las personas juzgadoras en operadores políticos, con el riesgo inminente de alejarlos de su deber que es el de impartir justicia.

Escuchar todas las voces en importante, pero lo que no podemos dejar a un lado, es ver la realidad.

Lo que ninguna voz puede negar, es que la justicia —su propósito, su deber y su razón de ser— sigue sin estar al alcance de todas las personas.

La justicia, debe dejar de ser invisible y escurridiza, para responder a las exigencias de la sociedad, en toda su diversidad.

La posibilidad de tener una asesoría y un acompañamiento en la defensa de los derechos y una procuración e investigación más eficientes, como se ha dicho, son reformas complementarias necesarias, que marcarán una transformación completa en el sistema de justicia en México.

En tanto estas cobran vida, nuestras decisiones, dictadas con apego al derecho y a la razón, tienen el poder de incidir en las desigualdades que se han perpetuado por años.

Las personas que actualmente nos desempeñamos como juzgadores, con un enfoque autocrítico fuerte debemos entender que nuestra función debe dejar de ser formalista, para ser humanista. Muchas cosas deben cambiar para acercar la justicia a quienes no han podido alcanzarla.

Hoy, tras las movilizaciones por el Día Internacional de la Mujer, como mexicanas volvemos a decirlo: “nos dolemos por las muertas, las desaparecidas, por las mujeres que viven violencia, las niñas que sufren abusos y todas las que padecen dichas violencias.”

Nos duelen quienes nunca han encontrado justicia ni acompañamiento en este sistema que, estoy convencida tiene muchos espacios y oportunidades para ser mejor.

Este es el momento correcto para que personas que tienen el compromiso de servir, aporten experiencia y conocimiento y sobre todo, voluntad.

Es tiempo que la justicia deje de ser la gran ausente, es tiempo que esté en el centro de la vida de las personas.

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