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En marcha con el cambio

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Por: Xareni Andrade

Tras la publicación de la reforma judicial, las incógnitas sobre su ejecución iban en aumento, hasta que se explicó por parte de nuestras autoridades cuáles eran los mecanismos que se iban a seguir. Como en todo, hubo quienes estuvieron de acuerdo y quienes no tanto.

Pasaban los meses y las posturas se contraponían. Al final del día, la reforma y su mecanismo ya eran un hecho; el nepotismo y la corrupción existentes en el Poder Judicial habían rebasado los límites. La sociedad no pedía: gritaba por justicia.

Muchas candidatas y candidatos recorrimos las calles del país buscando que los demás nos conocieran. En mí caso, me di a la tarea de platicar con la gente de los municipios del Estado de México del Distrito Judicial 1, con quienes confirmé situaciones que, desde mi postura como académica de la UNAM, ya vislumbraba.

La primera de ellas: la visión de la justicia en sociedad. Desafortunadamente, nos encontramos en un retorno a la autocomposición, donde las personas ya no creen en la impartición de justicia; buscan hacerla por su propia mano generando niveles de violencia aún mayores en las calles. Lo anterior, ocurre porque consideran que actualmente se liberan delincuentes por actos de corrupción y porque han vivido situaciones en las que no se hace nada cuando presentan una denuncia ante el ministerio público.

La segunda: la criminalización a las juventudes ha provocado que, cada vez a una edad más temprana, se cometan delitos violentos. Además, cuando ingresan a un centro de internamiento, no mejoran sus condiciones de vida, así que vuelven a delinquir incrementando la gravedad de sus actos. Como consecuencia, regresan al centro de internamiento o al penitenciario dependiendo de la nueva edad que tengan.

La última es el estigma que existe hacía las personas que buscan reinsertarse en la sociedad después de haber estado presos por cualquier delito. Pareciera que las segundas oportunidades no existen, lo que provoca que los ex reos regresen a delinquir o se vean inmersos en trabajados informales que nos les permiten ascender o mantener un nivel de vida adecuado para cubrir sus necesidades básicas.

La reforma judicial no busca generar división entre nosotros, sino brindar la oportunidad de que las personas conozcan a quienes están impartiendo justicia, que crean nuevamente en el sistema justicia penal y que confíen en que las nuevas y los nuevos juzgadores velarán por los derechos humanos de todos los involucrados en el mundo del derecho penal.

Estamos a días de las elecciones judiciales, de un suceso histórico que generará un cambio positivo en el Poder Judicial, un cambio que busca que la impartición de justicia se desarrolle con ética y profesionalismo.

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