Apelemos al “hombre” de Aristóteles
Por: Victor Hugo González Rodríguez
Aristóteles define al “hombre” como animal racional y político. Racional porque las personas pensamos y reflexionamos acerca de lo que hacemos. Político por nuestra naturaleza social, porque necesitamos de los otros.
Cuando las sociedades están construyendo su democracia, deben basarse en la razón y en la política.
El pensamiento humano es libre y, en esa libertad se desplaza para cualquier lado. Las personas, para construir sociedades democráticas, debemos encaminar la libertad de pensamiento para el bien común, para la justicia.
Quien opta por la justicia es virtuoso, contribuye con la consolidación de un mundo en que la diferencia en los pensamientos no se convierte en un defecto sino en una virtud.
La libertad únicamente tiene un límite: la protección de los bienes jurídicos de los demás.
La política en cambio, es un don que no se dio a todos los animales, aun cuando muchos también viven en grupo.
La racionalidad humana está aparejada de lo político, pues a través de ella, podemos ejercer el vínculo con los demás, de forma armónica.
Juntos somos más fuertes, aislados débiles. La fortaleza no sólo radica en el número, sino, principalmente, en que seamos capaces de despojarnos de mezquindades y comprender la importancia que cada individuo tiene para la conformación del colectivo.
Una sociedad integrada por personas de pensamiento libre, que lo ejerce para el bien y que actúa bajo esos parámetros, garantiza la consolidación de la democracia.
Por el contrario, la racionalidad utilizada para fines ajenos al bien común, es el principal obstáculo para quienes conforman un grupo. La política al servicio personal o de unos cuantos, tiene como aliada a la cobardía y pone en riesgo a la democracia.
Por ello, apelamos al “hombre” de Aristóteles.

