A un mes de las pasadas elecciones, donde el partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) arrasó con la mayoría de las posiciones políticas de este país, y a tres meses de que la doctora Claudia Sheinbaum asuma la presidencia de los Estados Unidos Mexicanos; el tema central de la transición sigue siendo la temible reforma judicial.
Son dos puntos los que debemos tener claros: primero, que nuestra Constitución ha sido reformada un sinnúmero de veces a placer de los intereses de quienes nos gobiernan; esto definitivamente no es lo mejor, de hecho es algo que se ha permitido y que ni la oposición ni la sociedad civil han podido regular para bien de los gobernados, la historia es testigo del manoseo de nuestra Carta Magna a modo de quienes ostentan el poder; segundo, el sistema judicial de este país necesita y debe ser reformado de manera urgente; es decir, hoy el poder judicial está colapsado por la desmedida corrupción, por el tráfico de influencias y la falta de capacidad por parte de sus jueces, magistrados y ministros; esto no es ajeno para litigantes, colegios de abogados, barras, academias y universidades que hoy levantan la mano para ser escuchadas.
Así las cosas ¿Qué nos preocupa? ¿La elección por voto popular de quienes deciden lo que es justo en razón con nuestro derecho? al final del día podría ser lo menos relevante. Al día de hoy tenemos ministros que mantienen en duda la legitimidad de su cedula profesional, que son notoriamente parciales, que resaltan por sus intereses políticos y que no cumplen con la noble condición de ser verdaderos juristas… no se diga de jueces y magistrados que se alinean para determinar de acuerdo al mejor postor y así cerrar, a quienes menos tienen, el derecho a la administración de justicia optando por el tradicional “ojo por ojo y diente por diente” y el “hacerse justicia por su propia mano”.
Sería mejor observar el tema central, “la reforma judicial”, como una gran oportunidad para rescatar a los verdaderos juristas que hoy forman parte del Poder Judicial, las formas y estrategias para tener una justicia expedita y gratuita, para tener un poder más eficiente y cercano a la sociedad y lograr lo más importante: certidumbre para quienes necesitan una resolución basada en Derecho, en donde la honorabilidad, ética, profesionalismo, independencia, imparcialidad y objetividad sean los principios fundamentales que rijan la labor judicial.
Toda reforma es cuestionable en su iniciativa, aprobación y en su ejecución; habrá quienes objeten y quienes aprueben una u otra, lo ideal será que en cualquiera de sus vertientes siempre busquen el bien común de la sociedad y no intereses ajenos y propios al poder; así lo pienso ¿y tú?
Juan Luis Montero García
Abogado Penalista