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Carta del Director: Un voto de confianza a Sheinbaum

Por Gerardo Laveaga

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Si algo ha caracterizado a Claudia Sheinbaum a lo largo de su vida política es el pragmatismo. Mujer inteligente y culta, sabe que, en el siglo XXI, las ideologías son meras banderas para enmascarar intereses políticos y económicos. Poco tienen que ver con la eficiencia en la administración pública y el gobierno.

Antes de ceñir la banda presidencial, ha hecho anuncios que deben alentar a mexicanos y mexicanas. Para empezar, la designación de su gabinete. Nombres como los de Juan Ramón de la Fuente, Marcelo Ebrard, Omar García Harfuch, Rosaura Ruíz y David Kershenobich envían un mensaje positivo.

Este último, por lo pronto, se hará cargo de la Secretaría de Salud y, lejos de cualquier estridencia, ha dicho que él no apostará por tener un sistema de salud como el de Dinamarca sino que se limitará a brindar un servicio de calidad a quienes lo requieran. El tono moderado es el de su jefa.

La transformación del Conacyt en una Secretaría dedicada a la ciencia, la tecnología y la innovación, también reflejan la aproximación de la futura presidenta. ¿Y qué decir de la Agencia de Transformación Digital, que permitirá no sólo modernizar la recaudación fiscal sino acelerar los trámites para abrir un negocio?

Los problemas más importantes con los que se encontrará al iniciar su gestión son de corte constitucional: el mando militar de la Guardia Nacional y la elección de jueces, magistrados y ministros por voto popular, medidas ambas que fueron impulsadas por el presidente López Obrador el pasado 5 de febrero y sobre las que ya diversos medios nacionales y extranjeros se han pronunciado.

“Los cambios constitucionales y políticos previstos en México darán al traste con la relación bilateral con Estados Unidos”, advirtió Mike Pompeo, antiguo secretario de Estado de ese país.

El WSJ, por su parte, expresó su preocupación por el resurgimiento del partido único y por la gestión tras bambalinas del todavía hoy presidente.

Hasta la Relatora Especial sobre la independencia de magistrados y abogados de la ONU se ha pronunciado en contra.

Es imposible conocer las presiones a las que se enfrentará Claudia Sheinbaum, pero es fácil predecir lo que ella sabe: que las funciones de soldados y policías son muy diferentes y que poner a los militares a ejercer esas funciones sería tanto como ponerlos a brindar servicios médicos o a dar clases a los niños.

Sabe, igualmente, que militarizar a un país, así sea poco a poco, deviene desastre. Las experiencias de Cuba, Nicaragua y Venezuela, en nuestros días, son contundentes.

Sobre la elección popular de los integrantes del poder judicial, Claudia Sheinbaum ha conseguido que el presidente de la República admita que son arriesgados y que, en todo caso, se lleven al cabo de forma gradual.

Los poderes judiciales exigen una sacudida, como también la exigen nuestras anquilosadas fiscalías, pues han cometido arbitrariedades e injusticias insoslayables, pero los tiempos tendrán que precisarlos las normas legales y reglamentarias antes que las constitucionales. Hay que ir con calma mercados e inversionistas, nacionales e internacionales, son asustadizos. Claudia Sheinbaum no los alebrestará inútilmente.

Tener jueces a modo no le conviene al país, pero tampoco al gobierno y menos aún a Claudia Sheinbaum. Cuando se sienta estrangulada por el gobierno capitalino, por el bloque de los gobernadores morenistas o por el Congreso, nada le será más útil que acudir a un Poder Judicial independiente. Estamos en los albores de un nuevo gobierno. Los abogados y abogadas del país tendremos mucho que decir.

Estoy convencido de que Claudia Sheinbaum no come lumbre: sabrá estar a la altura del desafío y, una vez que ciña la banda presidencial, tomará las medidas necesarias para restablecer el diálogo que se ha perdido con diversos sectores y buscará la unidad nacional. Démosle un voto de confianza.

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