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México necesita de ellas: Loretta Ortiz Ahlf

Al destacar diversos momentos clave de su carrera, su trabajo docente, su implicación en la creación de políticas públicas para la paz y los derechos humanos, Loretta Ortiz Ahlf, ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sabe perfecto que su rol con la reforma judicial y su lucha por mejorar el acceso a la justicia y la equidad de género son los puntos clave que han marcado su trayectoria.

Más allá de la academia, de la que siempre ha creído que la formación no debe ser sólo teórica sino también práctica, ha estado muy vinculada con organizaciones de la sociedad civil como los Foros para la Paz, mismos que le dieron una de las experiencias más enriquecedoras al tener contacto con la ciudadanía y considera que “sin paz no podemos gozar de los derechos fundamentales”.

En cuestión de género, cree que una de las barreras que hay para que ellas trasciendan en el ámbito de la justicia existen porque se limitan a sí mismas ya sea por su entorno o expectativas sociales.

Es así como la ministra hace un llamado a todas para empoderarse, para luchar por su carrera y por su derecho a contribuir a la justicia, porque, asegura, México necesita de ellas.

Para Loretta Ortiz, el Derecho es atender a los demás desde cualquier ámbito, por eso, al camino que ha recorrido en la enseñanza, lo considera una de las obras más trascendentales que ha realizado.

En entrevista con “El Mundo del Derecho” nos platica de qué manera ha combinado su experiencia académica, profesional y social para contribuir al bienestar de la sociedad con un énfasis en la justicia social y la igualdad de oportunidades.

¿Qué nos puede compartir sobre su evolución profesional?

Mi carrera docente comenzó a los 23 años cuando fui nombrada profesora titular en la Escuela Libre de Derecho. Ahí comencé a enseñar Derecho Internacional Público y poco después, publiqué mi primer libro sobre esta materia, el cual ya está en su quinta edición. Este texto es utilizado por estudiantes de Derecho y de Relaciones Internacionales, siendo una gran satisfacción para mí.

Posteriormente fui asesora del consultor jurídico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, lo que me permitió adquirir experiencia en Derecho Internacional y problemas globales. Luego trabajé en el Banco de México, durante la etapa del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la autonomía del Banco de México y la emisión del nuevo peso.

También fui Directora Jurídica en Conaculta, y más tarde, del Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana, donde implementé un nuevo plan de estudios que incorporó materias en derechos humanos y derecho ambiental, las cuales anteriormente no eran obligatorias. Ahí en la Universidad Iberoamericana fui responsable de fomentar la práctica profesional entre los estudiantes.

¿Cómo ha sido su experiencia y cuál fue su impacto?

La coordinación de los Foros para la Paz fue una de las experiencias más enriquecedoras de mi carrera. Recorrimos los estados más violentos del país y nos acercamos a las víctimas para escuchar sus testimonios. Estos foros fueron un parteaguas para generar propuestas concretas que se transmitieron al gobierno para contribuir en la formulación de políticas públicas hacia la paz y la justicia social —derechos fundamentales—, que sin ellos no se podría disfrutar de otros derechos.

¿Cómo ha influido su experiencia en su labor como ministra, considera que los jueces deberían reforzar su conocimiento en derechos humanos para abordar mejor los problemas sociales?

Sí. La labor de los ministros y jueces debe estar profundamente conectada con la realidad social. La reforma judicial tiene ese objetivo: situar a los jueces en el contexto social y humano de los problemas que deben resolver.

No podemos estar alejados de la realidad, la justicia debe estar al servicio de las personas. Para ello, los juzgadores deben estar comprometidos con la ciudadanía y tener una comprensión profunda de los derechos fundamentales como la paz, la dignidad humana y el respeto a la libertad de las personas. Es crucial que los jueces no se mantengan como figuras aisladas, sino que se acerquen a la gente y resuelvan problemas.

¿Cuáles son los desafíos que enfrenta una mujer para lograrlo?

A lo largo de mi carrera he notado que muchas mujeres, incluso jóvenes abogadas, no se sienten capaces de asumir ciertos roles o responsabilidades. Es un problema que lamentablemente sigue ocurriendo.

Recuerdo que tuve una excelente estudiante, con un promedio impresionante, a quien le ofrecí cubrir su maestría en Derechos Humanos, pero no aceptó porque ya se iba a casar. Aunque traté de explicarle que podía seguir su carrera y compaginarla con su vida personal, la joven no se sintió capaz de hacerlo.

Esta historia es una muestra de cómo muchas mujeres se limitan a sí mismas por su entorno o por expectativas sociales. Lo importante es que las mujeres se empoderen y entiendan que tienen derecho y capacidad de avanzar en su carrera, sin importar los obstáculos.

“Lo importante es que las mujeres se empoderen y entiendan que tienen derecho y capacidad de avanzar”.

¿Qué consejo le daría a las jóvenes abogadas y estudiantes para alcanzar un equilibrio similar?

Que se sientan empoderadas, que crean en su capacidad y en sus derechos. He trabajado con mujeres de diferentes contextos, desde comunidades indígenas hasta estudiantes de universidades y he notado que muchas piensan primero en los demás: su familia o hijos, pero rara vez, en sí mismas.

Es crucial que las mujeres se den cuenta de que pueden ayudar más a los demás si primero se cuidan y desarrollan profesionalmente.

El talento que tenemos no sólo es para nosotras, sino también para contribuir al bienestar de la sociedad.

Yo, soy la mayor de cinco hermanas, y siempre he sentido que mi responsabilidad es ayudar a mi familia, pero también a la comunidad. Si nos empoderamos, podemos cambiar el rumbo de nuestras vidas y de quienes nos rodean.

La reforma judicial está en marcha, ¿cómo ve el futuro de este proceso? ¿considera que es algo que ya está concluido o que hay mucho por hacer?

Es un proceso que apenas comienza. El 1 de junio marcará el inicio de una transformación histórica en el Poder Judicial, tanto federal como local. Por primera vez, se podrá elegir a los integrantes de los tribunales de manera abierta y transparente, lo que representa un cambio fundamental en el sistema judicial mexicano. Si bien, el proceso requiere tiempo y paciencia, el resultado será un Poder Judicial más capacitado, profesional y comprometido con la ciudadanía.

Respecto a la cuestión de género, las mujeres hemos tenido que luchar mucho para ser reconocidas en nuestra profesión. Aunque al principio no me di cuenta de las discriminaciones sutiles, con el tiempo comprendí que, muchas veces, como mujeres, no nos brindan las mismas oportunidades que a los hombres.

¿Cómo nos resumiría las distintas etapas de su vida?

Es un profundo compromiso con el servicio hacia los demás. Desde que terminé mi carrera, entendí que es una profesión de responsabilidad. Como abogada, siempre he buscado servir. La docencia fue un camino significativo porque me permitió formar a futuros abogados. Este hecho, es trascendental, ya que al final de la vida, queda la labor que uno realiza: mis estudiantes, mi escuela y los textos que he escrito para ellos.