Por: Ariana Leal Romero
La palabra leal viene del latín legalis, que significa que guarda a alguien o algo la debida fidelidad, también es ser fidedigno, verídico y fiel en el trato o en el desempeño de un oficio o cargo y es sinónimo de honrado, honesto y legal.
Estamos en tiempos de transformación y renovar el Poder Judicial de la Federación como de otras personas juzgadoras jurisdiccionales en diversas entidades de la República. Tan sólo en el Poder Judicial de la Federación se renovarán 881 cargos, de los cuales: 5 serán para Ministras y 4 para Ministros veremos una nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2 cargos de Magistraturas de las Salas Superior del Tribunal Electoral, 15 cargos de Magistraturas de Salas Regionales del Tribunal Electoral, 5 cargos de Magistraturas del Tribunal de Disciplina Judicial, 464 Magistraturas de Circuito y 386 personas juzgadoras de Distrito.
Como ciudadanas ciudadanos debemos hacernos dos cuestionamientos: ¿Esos 881 cargos deben ser leales? y de ser así ¿a quién se deberá esa lealtad?
Antes de contestar estos planteamientos es importante poner en contexto lo que originó esta reforma judicial, fueron varios factores con datos duros proporcionados en el año 2022 por el todavía Consejo de la Judicatura Federal y la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en dicho estudio se arrojó que hasta 65 miembros de una misma familia trabajaban en el Poder Judicial de la Federación, 23.8 % tienen más de cuatro parientes y el 49 % dos, otro dato el 89.7% de las redes familiares en el Consejo de la Judicatura Federal son entre dos y hasta cinco personas e incluso era posible afirmar que en los últimos dos años (2020 a 2022) las redes por parentesco bajaron 17.5 %, la reducción la atribuyeron al Plan Integral de Combate al Nepotismo del Poder Judicial de la Federación implementado en el 2021. De tal suerte que en noviembre de 2020, la red de familiares de mayor tamaño en el Consejo de la Federal formaba a 79 servidores públicos y en agosto de 2022 era de 65. Así podemos hablar que no solo era personal consanguíneo directo sino de hasta quinto grado, se llegaron a contratar entre esposas, hijos, hijas, padres, sobrinos, sobrinas, tíos, tías, cuñados, cuñadas y hasta suegras y suegros, lo que sumo al menos 7, 148 servidores públicos en al menos 31 circuitos.
Otro factor las personas juzgadoras y magistrados de circuito eran elegidos por concursos, además del requisito de haber obtenido la carrera judicial -que es la preparación continua, técnica y especializada, que determinaba ascensos de oficial mayor a actuario o actuaria, de actuario o actuaria a secretario o secretaria de acuerdos- y los 11 Ministros y Ministras eran elegidos en el Senado de la República de acuerdo a la terna que determinara el Presidente de República y con relación a las mujeres juzgadoras apenas había un 30 % y de magistradas de circuito el 21 % en todo el Poder Judicial de la Federación. Otro factor, que es por añadidura sueldos estratosféricos, extraordinarios y demás prestaciones adicionales que tenía cada persona servidora pública, que si comparamos entre un servidor público de la Administración Pública Federal con uno del actual Poder Judicial de la Federación, es más que probable que por mucho ganaría el último, lo que generaría mayor descontento y asimetría.
Ahora, hablando del servicio público es una vocación genuina, apasionada y única, créanme que yo que por casi 16 años fui servidora pública federal y ha sido el más alto honor que he tenido: SERVIR A LA SOCIEDAD.
No obstante, se trata de una vocación única, saber que con tu conocimiento, estudio y dedicación permean, transforma e inciden directamente en la vida de las personas a quienes servimos, conlleva sin temor a equivocarme una responsabilidad extraordinaria; y cuando llegas al fin último, que es servir, se manifiesta una irrestricta satisfacción y un compromiso social todavía mayor al anterior, de tal manera que como servidora pública con plena vocación siempre se tendrá la aptitud de entregar mejores y óptimos resultados, pero esa plusvalía de servicio público se da enteramente y sin mayores condiciones, más que un salario digno e integral para satisfacer necesidades cotidianas, pero sin hacerse millonario.
Principalmente, por esos factores, que las personas perdieron la confianza en el Poder Judicial de la Federación, la percepción real de las personas justiciables era la estigmatización, minimización de sus expedientes, desvalorización, además de juicios excesivamente tardados y ante la insatisfacción de la justicia que la vieron lejana al no sentirse escuchados ni atendidos y la tardía de juicios por tiempos indefinidos que solo obstaculizaban los procedimientos y la calidad de las sentencias que ya no eran las más óptima; como consecuencia de ello, se impugnaban, además del lejano lenguaje ciudadano, en su lugar, se dictaban sentencias con una serie de transcripciones innecesarias y en muchas ocasiones contrarias a los derechos adquiridos.
En ese contexto, es tiempo de responder sobre ser leal en los tiempos de justicia.
En efecto, la lealtad con perspectiva humanista, es y será siempre al servicio del pueblo de México; es decir, ser leal a la justicia que exigen las personas justiciables a quienes han decepcionado y desilusionado, el cien por ciento y más de cada persona juzgadora electa el primero de junio de este año, debe ser reflejado en un verdadero compromiso social, imparcial, independiente y con rendición de cuentas, atendiendo siempre y por encima de cualquier interés particular o personal a las causas más desfavorecidas, vulneradas y desprotegidas: mujeres, niñas, niños, niñes y adolescentes, personas privadas de la libertad que se ha comprobado que son inocentes, la clase trabajadora campesina, personas con discapacidad, adultas mayores, periodistas, defensores de derechos humanos, madres buscadoras, por supuesto nuestra comunidad LGBTQ+, migrantes, comunidades indígenas, afrodescendientes y en general a todas las personas que han sido discriminadas, sesgadas y estigmatizadas que son el centro, corazón y fin último de esta reforma judicial que esta por materializarse el primer domingo de junio.
Sin lugar a dudas, es un hito histórico porque quedará plasmado en los libros de la historia del derecho, como la primera vez que las y los mexicanos acudiremos a ejercer con el poder de nuestro voto, para elegir por voto popular, a quienes serán nuestros futuros ministros, ministras, magistrados, magistradas, jueces, juezas y otras autoridades jurisdiccionales federales y locales que estarán en los cargos entre seis, nueve y doce años, respectivamente.
¡Juntas, juntos y juntes hagamos historia!
¡Acudamos a las urnas, este primero de junio!
¡Hagamos de esta elección histórica, una fiesta democrática!
El Poder Judicial es una de las elecciones más trascendentes del siglo XXI, donde vamos a exigir lealtad a la justicia, lealtad humanista, lealtad e irrestricto respeto a nuestros derechos humanos y por supuesto lealtad al servicio del pueblo de México.