Por: Erika Ivonne Carballal López
Durante el proceso legislativo de creación de la famosa “reforma judicial” fuimos testigos de las reflexiones de expertos que alertaron de los riesgos que conllevaba una elección popular de personas juzgadoras.
A pocos días de la elección se han difundido campañas que llaman a la ciudadanía a no votar, incluso algunas personas han llamado a ese acto “antidemocrático”. Dicen que si votamos sería validar una reforma viciada desde su origen, cuyas personas candidatas son desconocidas, la evidente inequidad en la contienda, el enredo en las boletas por lo difícil que será tomar una decisión y plasmarla en la casilla correspondiente, por mencionar algunos, básicamente señalan que sería legitimar todas estas fallas y muchas otras más.
Quizá puedan tener razón, pero lo cierto es que esa decisión ahorita ya no es una opción ni mucho menos un juego que debe tomarse a la ligera, la reforma ya está y lo que sigue ahora es asumir que el voto será de todas las personas, porque si no salimos a votar pensando en que la reforma se va a revertir, estamos equivocados.
Pensemos en lo siguiente: ¿Quiénes van a obligar a que la autoridad sanitaria te de medicamentos o tratamientos para tu padecimiento? ¿Quiénes van a decidir si la clausura de tu negocio fue ilegal? ¿Quiénes van a decidir si tienes derecho a una pensión compensatoria por haberte dedicado preponderante a las labores del hogar? ¿Quiénes van a revisar si la pensión alimenticia otorgada a tus hijes fue correcta o no o si fue legal que se las negaran? ¿Quiénes van a declarar a una persona culpable por la comisión de un delito?
En pocas palabras, ¿En manos de quién vamos a dejar la justicia?
Decidir quiénes serán jueces, juezas, magistrados, magistradas, ministras o ministros no es elegir al más viral en redes sociales, ni a alguien que solo se limite a aplicar las leyes a raja tabla.
Es elegir a personas con experiencia, que sepan interpretar las leyes y sobre todo la Constitución, no que sean improvisadas, porque esto cerraría la puerta a lo que por años se ha venido construyendo a través de luchas sociales.
Por eso, es importante que veamos con cautela a nuestras personas candidatas, qué piensan sobre los derechos, a quienes representan y las causas que han defendido. Sabemos que esto no es tarea fácil, pero tampoco es imposible.
Y no es que legitimemos un sistema que no debería existir, ni que tampoco estemos de acuerdo con esta reforma, pero hoy ese es el terreno y nos toca decidir, porque cuando no votamos, dejamos que otros decidan por nosotras y nosotros.
Quien no quiera que se retroceda, que se anule lo ganado, que se criminalice la diferencia, no puede quedarse al margen, porque los espacios van a ser ocupados y es mejor que lo sean por personas que sepan de derecho. De ahí la importancia, en mi opinión, de que hagamos valer nuestro voto.