Por: Greta Lozada Amezcua, Doctorante en Derecho
En un mundo jurídico que avanza aceleradamente hacia la automatización y la estandarización de procesos, el elemento humano cobra renovada importancia. Frente a tecnologías que replican respuestas jurídicas, la diferencia sustancial radica en lo que solo el ser humano puede ofrecer: la comprensión emocional del conflicto.
En este contexto, la inteligencia emocional se convierte en una herramienta esencial en el ejercicio de la abogacía y la impartición de justicia.
Más allá de las normas, los conflictos legales conllevan miedo, frustración, impotencia, angustia o la simple necesidad de ser escuchados. Ante esta realidad, la frialdad procesal y la neutralidad absoluta resultan insuficientes.
Por ello, desarrollar inteligencia emocional en la práctica jurídica representa un valor diferencial frente a la lógica mecanizada. La persona abogada del siglo XXI debe comprender la norma, pero también a la persona que atraviesa el conflicto.
Esto implica cultivar cinco competencias clave: autoconocimiento, autorregulación emocional, automotivación, empatía y habilidades sociales. Lejos de debilitar el ejercicio la abogacía estas capacidades la enriquecen y humanizan.
Se trata de transitar de una justicia rígidamente racional a una justicia vívida, sentida y consciente de la dimensión humana del conflicto.
Porque la justicia no solo es racional, es una experiencia, una percepción que se materializa cuando se restituye la paz, se reconoce el dolor y se acompaña en la reparación.
La evolución del derecho exige valor para abandonar viejos paradigmas. En tiempos en que la inteligencia artificial ya compite con la práctica legal tradicional, en el ejercicio de la función jurisdiccional es urgente colocar al centro la dignidad humana, atender los contextos de vulnerabilidad, utilizar el derecho como herramienta de protección —no de exclusión— y aplicar el estándar más favorable para los derechos involucrados.
Así se construye una justicia verdaderamente humana, accesible y empática: que resuelva y repare.