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Elecciones judiciales 2025: El reto de recuperar la confianza ciudadana

Por: Aneshuarely Amarande Riojas Orozco

Estamos a tan solo 18 días de una elección histórica en México. Por primera vez, elegiremos a juezas, jueces, magistradas, magistrados, ministras y ministros del Poder Judicial. Aunque existen posturas divididas respecto a la utilidad de este proceso, es innegable que representa un momento clave para nuestra democracia. Participar no solo es un derecho, es también una oportunidad para construir un sistema judicial más justo, transparente y cercano a la ciudadanía.

Uno de los principales retos de esta elección es lograr que las y los ciudadanos conozcan a los múltiples candidatos y voten con conciencia. Lamentablemente, el Instituto Electoral, en su afán de garantizar equidad en la contienda, ha sobrestimado el alcance del internet y las redes sociales. Pensar que en tan solo dos meses se puede recorrer un distrito completo o posicionarse a nivel nacional es, francamente, una ilusión. No todas las personas tienen acceso a plataformas digitales, lo cual genera una brecha en la información y en la capacidad real de elegir.

Pero el reto más grande no es logístico ni técnico. El verdadero desafío para quienes aspiramos a formar parte del Poder Judicial es recuperar la confianza de la ciudadanía. Hoy más que nunca, la gente está harta de la simulación, de los discursos vacíos y de las promesas que se esfuman apenas se obtiene el cargo. La ciudadanía percibe, con razón, que muchas autoridades se olvidan de quienes los eligieron.

Por eso, debemos demostrar que venimos a servir, no a figurar. No representamos intereses partidistas, sino un compromiso genuino con la justicia. Somos juristas que buscamos una impartición de justicia real, imparcial y cercana a las personas. Nuestra vocación está sustentada en el conocimiento, la experiencia, pero, sobre todo, en los valores éticos que deben regir toda labor pública. Porque sin ética, la justicia se convierte en una máscara.

Otra dificultad evidente es la polarización. Por un lado, estamos quienes creemos en el proceso, participamos y lo promovemos. Por otro, hay quienes afirman que todo está pactado de antemano y llaman a no votar. Esta última postura, más que crítica, es peligrosa: alimenta la apatía, incrementa la desconfianza y bloquea cualquier intento de renovación institucional.

A quienes piensan así, les hago una invitación: escaneen el reverso de su credencial de elector, conozcan a las y los candidatos, infórmense y elijan con conciencia. No descalifiquemos el esfuerzo de cientos de juristas honestos —dentro y fuera del sistema— que están poniendo su tiempo, recursos y preparación al servicio del país. Eso, por sí solo, ya es una buena noticia para México.

Asimismo, enfrentamos fenómenos como la violencia política de género, la violencia digital, la desinformación y la apatía generalizada. Frente a todo esto, debemos actuar con ética, hablar con datos y fomentar el diálogo. Ser críticos, sí, pero sobre todo ser críticos propositivos: aquellos que no solo señalan lo que está mal, sino que también se comprometen a transformarlo.

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