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El enfoque de un trabajo digno en la nueva justicia laboral

Por Alan Cruz Porchini

El trabajo digno es un derecho humano. No es sólo tener un empleo, sino aspirar a uno que te permita vivir con tranquilidad, con respeto y con justicia. Significa que una persona pueda trabajar en condiciones seguras, con un salario justo, con horarios razonables y con el derecho a descansar. También implica que nadie te maltrate, te discrimine o te explote en tu centro laboral. El empleo no debe ser únicamente una fuente de ingresos, sino también un medio para alcanzar el bienestar personal y familiar, así como para participar activamente en el desarrollo del país.

Hablar de trabajo digno es hablar de derechos humanos, concebidos éstos como aquellos inherentes a todas las personas; es decir, que por el simple hecho de existir, gozamos del derecho a la vida, la salud, la educación y, por supuesto, a un trabajo digno.

Como parte de nuestras garantías laborales, todas las personas tenemos derecho a un trato justo y equitativo, libre de discriminación, a ambientes seguros, a la igualdad de oportunidades y a la estabilidad en el empleo. En el trabajo, estos derechos deben respetarse siempre, sin importar si alguien trabaja en una oficina, en el campo, en una fábrica o como persona trabajadora del hogar.

En México, la reforma laboral de 2019 representó un cambio histórico al colocar a los derechos humanos y al trabajo digno en el centro de la legislación laboral. Su desarrollo e implementación modernizaron un sistema que, por décadas, no había tenido alguna modificación y permitía prácticas injustas. Introdujo cambios significativos, como la creación de tribunales laborales independientes, garantizó que los derechos sindicales fueran más democráticos y privilegió los mecanismos de conciliación para poder dirimir las diferencias entre empleadores y trabajadores de una forma más sencilla y en un menor tiempo, fortaleciendo las facultades de verificación para que aquéllos otorguen condiciones dignas a todos sus trabajadores.

La reforma también abordó temas importantes, como la igualdad de género, la erradicación del trabajo infantil y la protección de los derechos laborales, consolidando así un marco legal que promueve el trabajo digno como un derecho esencial. Muchas veces, las personas más vulnerables -como mujeres, jóvenes, personas migrantes o con bajos recursos- son quienes más sufren abusos laborales. Por eso, es de suma importancia que las leyes, las autoridades laborales y los empleadores, protejan a todos por igual. Un trabajo digno mejora no sólo la vida de quien lo tiene, sino también la de su familia. Una persona que trabaja en condiciones justas puede educar a sus hijos, cuidar su salud y participar activamente en la sociedad.

No obstante, a pesar de los avances que ha tenido nuestro país, el reto persiste. Millones de trabajadores en México se desempeñan en condiciones informales, con extensas jornadas de trabajo y sueldos desproporcionados, sin acceso a seguridad social ni prestaciones básicas. La informalidad laboral, la subcontratación indebida y la desigualdad salarial son obstáculos que impiden la realización plena del trabajo digno. Y no sólo afectan a quienes sufren esas condiciones: nos dañan a todos, ya que impiden construir comunidades más justas, fuertes y solidarias. Por ello, es necesario seguir impulsando la protección de los derechos humanos y, como sociedad, alzar la voz ante las injusticias. Es responsabilidad de todos promover el trabajo digno: el gobierno debe crear leyes y políticas que protejan a los trabajadores; las empresas, comprometerse a ofrecer empleos de calidad y respetar los derechos de sus empleados; y nosotros, como sociedad, debemos valorar el trabajo de cada persona y exigir condiciones laborales justas para todos, sin importar su profesión o nivel de estudios.

Un trabajo digno es un derecho y una necesidad; es la base para construir una vida mejor. Defender los derechos humanos en el trabajo es responsabilidad de cada uno de nosotros.

Actualmente el país atraviesa por un proceso de reestructuración en la elección de los juzgadores que imparten justicia, lo cual nos acercará a un sistema equitativo, igualitario e incluyente, donde cada persona pueda conocer, ejercer y defender sus derechos laborales con plena confianza. Anhelamos un país en donde todos tengamos un trabajo digno, con la seguridad y certeza de que existe una autoridad que escuchará e impartirá justicia con dignidad y compromiso.

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