Por Gabriela Sandoval Saavedra
La inteligencia artificial (IA) ha revolucionado múltiples aspectos de la vida cotidiana, teniendo un gran impacto debido a su uso indebido, toda vez las personas lo han manejado como auxiliar en la comisión de los delitos preexistentes volviéndolos aún más sofisticados, e incluso ha dado origen a la creación de nuevos tipos de ilícitos cibernéticos.
Los avances en IA ha permitido que las personas los utilicen como una herramienta avanzada para automatizar y mejorar la efectividad en las actividades delictivas y además incrementan la complejidad para las autoridades ministeriales y judiciales en la búsqueda de los autores del delito, pues se han fortalecido mecanismos para ocultar la identidad del perpretador.
Algunas de las técnicas más utilizadas y que han generado más riesgos en la comisión de los delitos son las siguientes:
Para contrarrestar los riesgos asociados al uso ilícito de la IA, se deben generar sistemas de seguridad en la red para lograr que se identifiquen patrones y se detecten fraudes, suplantaciones y otros delitos cibernéticos; verificar la autenticidad de las comunicaciones y contenidos recibidos; realizar auditorías regulares a las empresas que controlen y operen los sistemas de inteligencia, con el fin de verificar si actúan dentro de los parámetros legales y éticos establecidos, promoviendo la transparencia en su funcionamiento; y crear un marco legal adecuado para garantizar que la IA sea beneficiosa, ética y segura para la sociedad y se definan las responsabilidades legales en los casos en donde sea utilizada para cometer delitos.
Solo algunos países han implementado estrategias encaminadas a la regulación del uso responsable de sistemas de IA, tales como China, que en el año dos mil diecisiete presentó una Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial, asimismo, el Ministerio de Tecnologías de la Información emitió directrices enfocadas en la transparencia, ética y seguridad de los algoritmos.
Por su parte, la Unión Europea presentó una propuesta de reglamento que busca garantizar el uso de la IA de manera segura y ética, asimismo, clasificó y estableció un marco legal respecto de los sistemas que contienen datos personales y que pueden ser utilizados por la tecnología, dependiendo de su nivel de riesgo.
En Estados Unidos de América y México existen sobre todo leyes relacionadas con la privacidad de datos, que si bien no están encaminadas a la regulación de la IA directamente, impactan en las empresas que tienen en sus manos datos personales.
A nivel internacional contamos con algunas directrices emitidas al respecto por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
En México, la realidad ha superado por mucho nuestro pobre marco jurídico emitido en torno a la regulación de la inteligencia artificial, pues únicamente contamos con la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial para fomentar su desarrollo de manera razonable y sostenible, así como Leyes de Protección de Datos Personales.
Por otra parte, existen diversas iniciativas a fin de abordar un marco jurídico, tales como las presentadas ante el Congreso por parte del Partido Acción Nacional relativa a la “Iniciativa que expide la Ley para la Regulación Ética de la Inteligencia Artificial y la Robótica para los Estados Unidos Mexicanos” y por el Instituto de Transparencia, Acceso a la Información Pública, Protección de Datos Personales y Rendición de Cuenta.
Como se puede observar, la tecnología ha sobrepasado el marco normativo generado hasta el momento en el mundo en torno a dicho tópico y continuará haciéndolo, pues incluso es imposible que los Gobiernos prevean todo el cúmulo de actos que pudiera generarse a partir de la evolución en el uso de la IA. Sin embargo, su regulación es un tema que debe ser prioritario, ya que debemos contar con ordenamientos legales sólidos que evite su uso para fines delictivos.
En México, es urgente y necesario que emerjan a la vida jurídica nuevas normas que regulen la generación y utilización de la IA, en principio como un método para garantizar un uso beneficioso, sobre todo en temas de salud, educación, seguridad pública, acceso a la justicia, finanzas, entre otros, y además para generar los parámetros de responsabilidad y sanción penal cuando su uso se encamine como medio para delinquir, así como dotar a las autoridades investigadoras de mecanismos y conocimientos para detectar estas actividades y se encuentren en posibilidad de que generen pruebas contundentes en contra del delincuente, a fin de que la teoría del caso se encuentre fortalecida cuando sea presentada ante el Juzgador correspondiente.