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Alineación parental, ¿de qué va?

Por Marisol Castañeda Pérez 

El concepto de familia ha cambiado con el tiempo y varía según el lugar. En la antigua Roma, la familia incluía tanto bienes materiales como derechos. En México, después de la reforma de derechos humanos en 2011, se dio más importancia a temas como la igualdad de género, las uniones entre personas del mismo sexo, y la protección de menores. Aunque la Constitución no regula cómo se forma o disuelve una familia, sí la protege como un principio, reconociendo diferentes tipos de familias (nuclear, extensa, monoparental, entre otras).

La familia y su regulación son procesos complejos debido a los intereses involucrados, como el afecto y la confianza. Estos problemas son más intensos cuando las parejas se separan, especialmente si hay hijos, ya que la separación puede afectar tanto la relación de pareja como la relación entre padres e hijos.

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La alienación parental surge cuando hay una crisis de pareja. Durante una separación, los hijos a menudo se sienten divididos y buscan ganar el afecto de uno de los padres. Esto puede llevar a que los niños rechacen a uno de los progenitores sin justificación. El término “alienación parental” se refiere a cuando este rechazo es irracional y no tiene una causa clara.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha señalado que la alienación parental no es un síndrome, sino un fenómeno complejo que surge en situaciones de conflicto por la custodia de los hijos. También ha confirmado que la alienación parental puede ser identificada por expertos y tiene base científica. La Corte también mencionó que este tema está relacionado con la protección de los niños contra la violencia y con su desarrollo saludable.

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La justicia con perspectiva de infancia trata a los niños, niñas y adolescentes como sujetos activos de derechos. Esto significa que no son solo receptores de decisiones, sino que deben ser tomados en cuenta en los temas que los afectan. El interés superior de la infancia es un principio clave, y la autonomía progresiva reconoce que los niños adquieren derechos y responsabilidades a medida que crecen.

Las familias son complejas y, aunque puedan funcionar bien, siempre pueden surgir crisis. Los divorcios o separaciones complican aún más las relaciones familiares y pueden dar lugar a la alienación parental. Por esto, es necesario que los jueces y operadores jurídicos utilicen la perspectiva de infancia, respetando la autonomía progresiva de los niños y adoptando medidas que favorezcan su bienestar.

Este enfoque es esencial para tratar casos relacionados con menores de edad y garantizar que sus derechos sean protegidos de manera adecuada.

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