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La otra defensa: el papel del asesor jurídico de la víctima

Por: Almendra Luminita Velázquez Tolentino

Cuando pensamos en un juicio penal, casi siempre imaginamos al juez, al ministerio público y al abogado defensor. Y tiene lógica porque la ley garantiza que toda persona acusada tenga derecho a una defensa legal como parte de un debido proceso. Pero, ¿qué pasa con las víctimas? ¿Quién las acompaña, quién les explica lo que está ocurriendo, quién habla por ellas y quién defiende sus derechos?

Desde la reforma constitucional de 2008, se reconoció una figura clave para garantizar que las víctimas también cuenten con respaldo legal: el asesor jurídico de la víctima, contemplado en el artículo 20, apartado C, de nuestra Constitución. Su función es representar legalmente a quienes han sufrido un delito y garantizar que sus derechos sean respetados durante todo el proceso penal.

El asesor jurídico está presente desde el principio: cuando se presenta la denuncia, cuando se solicitan medidas de protección, durante todas las audiencias y a lo largo del juicio oral. Puede proponer y presentar pruebas, participar activamente en el proceso, exigir la reparación del daño y, sobre todo, brindar un acompañamiento legal y cercano a quien muchas veces enfrenta miedo, dolor e incertidumbre.

Este servicio puede brindarse de forma gratuita a través de instituciones públicas o bien de manera privada, si la víctima decide contratar a un abogado o abogada por su cuenta.

A diferencia del Ministerio Público, cuya labor principal es investigar y perseguir el delito, el asesor jurídico trabaja directamente con la víctima. Conoce su historia, entiende su contexto y actúa como su representante legal. Es su voz dentro del proceso penal, la orienta y defiende sus intereses.

En un país donde muchas víctimas u ofendidos enfrentan obstáculos para acceder a la justicia, este apoyo es indispensable. Porque no solo se trata de castigar al responsable, sino también debe escuchar, proteger y reparar a quien ha sido afectado a causa de un delito.

Conocer este derecho es el primer paso. Exigirlo y hacerlo valer, el siguiente. Porque la justicia también es estar del lado de quien ha sufrido un daño.

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