Por Claudia Valle Aguilasocho
Uno de los principales objetivos de la reforma judicial —y también uno de nuestros mayores retos— es cerrar la brecha que existe entre el Poder Judicial y la sociedad.
El gran cambio que como país debemos hacer posible es que acudir ante un juez en demanda de nuestros derechos, no sea un camino inaccesible.
Un amplio porcentaje de la población desconoce cómo funciona el Poder Judicial, qué funciones tiene un juez o una persona magistrada. Porque en la vida diaria, lo cierto es que al juez se acude como último recurso, por lo costoso y por lo complejo de ir a los tribunales a buscar una solución a un problema. La respuesta que recibe la mayoría de las personas usuarias del sistema, es y ha sido, una lenta espera y una amplia incertidumbre.
Esa suma de factores, dificultad de acceso, costos, necesidad de contar con una persona que nos asesore y represente, la falta de celeridad, profundizan el alejamiento y la falta de confianza en el sistema que está diseñado para servir, pero que no lo ha logrado.
En el caso particular de la justicia electoral, se le ve como una justicia que es solo para partidos y candidaturas, cuando esto no es así. Los derechos político-electorales son un patrimonio de todas las personas, por eso es fundamental que cualquiera pueda acceder a esta justicia de forma sencilla. Las herramientas que pueden cerrar o reducir la brecha entre la justicia y las personas, las tenemos al alcance quienes queremos cambiar la realidad que he descrito.
Para lograrlo, es necesario:
Sin duda esas acciones pueden hacer la diferencia en una visión del binomio sociedad y autoridades.
Pero lo más urgente es simplificar la presentación y tramitación de las demandas. Si queremos una justicia accesible, debemos poner a las personas en el centro, reducir los formalismos innecesarios y eliminar barreras que hoy impiden que muchas personas puedan defenderse.
Aunque ya se han dado pasos importantes, como el juicio en línea, aún hay mucho por hacer. Debemos eliminar requisitos que no se justifican y que solo complican el acceso a la justicia, sobre todo para quienes están en situación de desigualdad.
También es necesario permitir:
Y algo muy importante: debemos abandonar el lenguaje rebuscado y hablar con claridad. Las decisiones de los tribunales deben ser comprensibles para todas las personas.
Porque los formalismos no pueden estar por encima de lo más importante: proteger derechos y garantizar que nadie se quede sin justicia.
Una justicia cercana, es una justicia para la gente.