Por José Joel Peña Llanes
El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), siendo un ejemplo sin precedentes que muchos Estados retomaron para incluir normas y leyes en sus ordenamientos jurídicos para garantizar el ejercicio efectivo de éstos. Sobre todo, después de una época caracterizada por dos guerras mundiales y múltiples conflictos inter e intraestatales con efectos devastadores.
Desde su aprobación, hace 76 años, la DUDH ha permitido desmantelar muchas estructuras e ideologías que justificaban la discriminación por cuestiones de raza, género y orientación sexual. Además, de manera progresiva, se han reconocido cada vez más derechos, siendo los relacionados con el uso de las tecnologías emergentes, los más recientes.
De manera paralela, se alentó la conformación de grupos de la sociedad civil organizada que se avocaron a denunciar las violaciones de derechos humanos y a trabajar para concientizar a múltiples actores sobre la importancia de garantizar su ejercicio pleno.
Todo esto, en conjunto, propició la suscripción de múltiples tratados internacionales y regionales para defender y proteger los derechos humanos, siendo estos cada vez más específicos e incluyentes. También se crearon tribunales internacionales y regionales para enjuiciar y castigar a personas responsables de cometer crímenes de guerra y violaciones graves de derechos humanos, entre muchísimos otros avances.
Pese a esto, todavía no se puede negar que hay muchos desafíos que un tratado o declaración, por más aceptada que sea, no pueden resolver.
El primero se refiere a la necesidad de actualizar un documento que tiene más de siete décadas de existencia, de tal manera que se incluyan derechos humanos que permitan proteger a la humanidad en un contexto caracterizado por la irrupción de tecnologías que superan la realidad tal y como la conocíamos.
Los llamados neuroderechos, por mencionar un ejemplo, se han vuelto una necesidad de primer orden ante el surgimiento de técnicas que permiten recoger datos directamente del cerebro o incluso estimularlo para que este responda de una forma determinada. No es fortuito que ya se hable del derecho a la privacidad mental.
Un segundo desafío, aun más importante a juicio de quien escribe, se relaciona con el hecho de que el cumplimiento de lo estipulado el cualquier instrumento jurídico, en este caso en materia de derechos humanos, depende, casi exclusivamente, de la voluntad de los gobiernos.
En la actualidad, se manifiestan conflictos entre estados y diferentes sujetos de derecho internacional que han puesto en duda no sólo la eficacia de la DUDH, sino del Derecho Internacional en su conjunto.
La guerra de agresión de Rusia contra Ucrania y el conflicto entre Israel y Palestina de manera reciente, así como problemas en el Norte de África y en otras partes del mundo que han sido prácticamente olvidados, pero que siguen causando muchas muertes y vejaciones indiscriminadas, son una prueba de que es necesario pensar en soluciones a corto plazo, así se evitará que miles de personas, que nada tienen que ver con los problemas políticos, geopolíticos y geoestratégicos, sufran las consecuencias de (malas) decisiones que toman unas pocas personas.
A estos conflictos habría que sumarle la exacerbación de nacionalismos, con la xenofobia que viene aparejada, las muestras cada vez más recurrentes de conductas racistas, discriminatorias, segregacionistas, particularmente que afectan a niñas y mujeres y a miembros de la comunidad LGBTIQ+ y de grupos tradicionalmente marginados.
Y ahora, más presente que nunca, se advierten conductas antisemitas, islamofóbicas, y de rechazo a quienes no piensan igual o que profesan diferentes religiones.
A nivel interno de los estados, surgen gobiernos autoritarios y extremistas que no respetan los derechos humanos, ni la división tradicional de poderes, ni la independencia de los medios de comunicación. Dicho de otro modo, se atenta contra la democracia y el Estado de derecho
Además, existen textos constitucionales poco garantistas o cuya redacción muestra lagunas jurídicas que limitan la defensa plena de ciertos derechos humanos.
En términos generales, existe una desigualdad sistémica entre Estados, y dentro de estos, que lamentablemente es creciente, y que amenazan, en todo momento, cualquier iniciativa que se proponga para proteger los derechos humanos.
En ese sentido, es fundamental replantear el ordenamiento jurídico internacional, puesto que éste se creó a mediados del siglo pasado y, por ende, ya no puede responder a los retos que van surgiendo, además de que todavía algunos Estados, como los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, continúan teniendo preeminencia sobre el resto.
Para realizar esta tarea, por demás compleja, es necesario tener en mente que la única vía para lograr una paz duradera y un desarrollo económico, político y social sostenible con efectos tangibles y beneficios directos para todas y todos es el respeto irrestricto y equitativo de los derechos humanos.
La DUDH es la mejor hoja de ruta para elaborar estrategias que garanticen una mejor y mayor protección de estas prerrogativas universales, inherentes, inalienables e indivisibles en todo el mundo. Se trata de una responsabilidad compartida, por lo que es fundamental que todos los Estados, empresas e individuos, desde sus respectivos ámbitos de competencia, se avoquen a esta tarea.
Lamentablemente, se observa que en muchos Estados, además de que no se respetan derechos humanos a nivel interno, los gobiernos no cumplen con sentencias vinculantes que emiten tribunales regionales e internacionales, a pesar de haber aceptado su competencia contenciosa o, peor aún, dejan en letra muerta los tratados en materia de derechos humanos que han suscrito.
Y esto tiene lugar incluso en estados que frecuentemente se presentan ante el mundo como defensores de los derechos humanos. Estados Unidos, por ejemplo, impone sanciones a diestra y siniestra que, de acuerdo con la relatora especial de la ONU sobre el impacto negativo de las medidas coercitivas unilaterales sobre el disfrute de los derechos humanos, son incompatibles con normas internacionales, mientras que en América Latina persiste un aumento de restricciones contra la libertad de expresión y el derecho a la protesta pacífica.
Fuera del continente americano, la situación es más compleja, toda vez que en algunos estados de Medio Oriente y el Norte de África se prohíbe a niñas y mujeres acceder a la educación y persisten métodos de tortura física, sexual y psicológica contra grupos en situación de vulnerabilidad.
Hay momentos en los que se percibe que el mundo avanza de manera conjunta hacia un mayor respeto de los derechos humanos, ya sea durante cumbres mundiales o en conflictos en particular. Un ejemplo es la ya mencionada guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, en la que la inmensa mayoría de los estados del orbe han condenado las acciones del gobierno ruso y muchos de ellos, especialmente de la Unión Europea, han abierto sus fronteras y otorgado ayuda humanitaria para que las personas ucranianas que se han visto obligadas a huir de su país, puedan tener una calidad de vida digna y no perder en ningún momento la capacidad de ejercer sus derechos humanos.
Sin embargo, hay otros conflictos y situaciones que lamentablemente demuestran que aún existen estados en donde las voluntades políticas, con tal de obtener ciertas ambiciones, ponen en riesgo los derechos humanos y las libertades fundamentales de sus respectivas sociedades.
Esto tiene que terminar cuanto antes, por el bien de toda la humanidad. Y qué mejor momento para pensar en alternativas que en el marco de la celebración del 76 aniversario de la DUDH, un documento que defiende nuestra dignidad, libertad e igualdad, siempre y cuando se ponga en práctica.
En la actualidad, se manifiestan conflictos entre estados y diferentes sujetos de derecho internacional que han puesto en duda no sólo la eficacia de la dudh, sino del derecho internacional en su conjunto.
LA DEFENSA Y LUCHA
En la actualidad, se manifiestan conflictos entre estados y diferentes sujetos de derecho internacional que han puesto en duda no sólo la eficacia de la dudh, sino del derecho internacional en su conjunto.
Paralelamente se alentó la conformación de grupos organizados de la sociedad civil.
Ahora múltiples tratados defienden y protegen los derechos internacionales y regionales.
2022 EL AÑO EN EL QUE INICIÓ LA GUERRA DE AGRESIÓN DE RUSIA CONTRA UCRANIA; UNA PRUEBA DEL ESCENARIO ACTUAL.
Cambios por el contexto actual
DUDH: UNA PIEZA QUE ES LA CLAVE
La DUDH es la mejor hoja de ruta para elaborar múltiples estrategias que garanticen una mejor y mayor protección de estas prerrogativas universales, inherentes, inallenables e indivisibles en todo el mundo.
UN PANORAMA COMPLEJO
En algunos estados de Medio Oriente y el Norte de África se prohíbe a niñas y mujeres acceder a la educacio´n y persisten métodos de tortura física, sexual y psicológica contra grupos en situación de vulnerabilidad.